viernes, 20 de marzo de 2009

UN RIVERENSE ENTRE LA FAMA y EL LLANTO

Buscando más información sobre el caso del Riverense Enrique Ostrovski, encontré en internet, en el blog denominado “A ver qué hacemos” http://algotipocomo.blogspot.com) del periodista y sacerdote uruguayo Jaime Fuentes, el dibujo que adjunto, que me parece muy ilustrativo sobre este tema.

Pero también ubiqué en el ciber espacio, este material que reproduzco para Uds, porque sin lugar a dudas es para destacar y mucho. Se trata de un uruguayo y del interior!!!

Foto y entrevista de María Eugenia Martínez, publicada el día lunes 16.02.2009 en la página web: www.180.com.uy

Para este lunes, Enrique Ostrovski tenía una gestión importante: buscar a su abogado en Rivera, su ciudad natal. Porque desde que su trabajo saltó a la fama, hay muchos interesados en perjudicarlo, dice.

La prensa ya lo había llenado de entrevistas, pero Darío Silva se encargó de catapultarlo a la fama el mes pasado. En un partido de beneficencia en Punta del Este, Silva hizo dos goles con la pierna ortopédica de Ostrovski. Y desde entonces su teléfono no para, pero la fama tiene su precio y ahora quieren difamarlo, asegura.

“No sé de dónde sacaron eso de que soy mecánico. Nunca fui mecánico. Yo hacía la carrocería de los buggys o de lanchas”. En la entrevista con www.180.com.uy, como siempre que viaja a Montevideo, habla en español. Pero en su casa de Rivera habla en portugués, al igual que su mujer y sus dos hijos, “que son brasileros”.

Si tuviera 30 años, en una de esas hubiera aprovechado las ofertas laborales que recibió de Israel o de Colombia, por ejemplo. Pero a los 64, Ostrovski quiere estar tranquilo, tener dinero suficiente como para no pensar en los gastos del día siguiente y disfrutar de las alegrías que – asegura- le dan sus “pacientes”.

“No sabés lo que he llorado en este tiempo”, dice marcando la ese, como buen representante de su frontera. “Este tiempo”, en realidad, es una década. Porque ya pasaron diez años desde que un amigo le pidió una prótesis para un vecino de las afueras de Rivera. El hombre lisiado era viudo, tenía seis hijos chicos y salía con muletas a juntar leña de monte para vender en un carro.

Ostrovski respondió que no era su especialidad, pero pidió unos días para ver qué podía hacer. Se asesoró, se animó y la colocó. A los 15 días el hombre paró el carro frente a su casa y se bajó sin muletas para abrazarlo y ponerse a llorar. Y desde ahí se corrió el rumor, cuenta.

El año pasado lo entrevistaron en la tele y empezaron las demandas internacionales. “La semana que viene llega un alemán directo para casa y otro de Paraguay”. Además, el caso Darío Silva lo ha puesto en todos los noticieros. Hasta ha zafado de alguna multa porque todo el mundo lo reconoce, confiesa sonriendo.

“Yo le dije a Darío que en cualquier momento él iba a estar pateando y se reía”. Es que su sistema, explica, es muy diferente al de las prótesis comunes. “Es una cosa inédita. La presión en el encaje del muñón se da de forma uniforme”. Para las prótesis largas, además, patentó en el LATU un mecanismo de rodilla hidráulica.

“Ahora estoy terminando un proyecto inédito que hace que la persona que está paralítica de la cintura para abajo pueda pararse e incluso dar alguna paso”, adelantó. Varios canales le han pedido reportajes para el momento en que coloque esa férula que está haciendo y que por falta de tiempo no ha podido terminar. El aparato agarra hasta el pie y con la ayuda de dos muletas, la persona puede llegar a dar unos pasos, asegura.

“Voy a donarla”, cuenta. Porque la hizo inspirado en una mujer de Rivera que cuida a su marido paralítico con mucho esfuerzo. La muchacha tiene veintipocos años, es una mujer linda y trabaja en una farmacia. Al marido le dieron un tiro en un lío de frontera y quedó paralítico y a Ostrovski le produce admiración la actitud de esa mujer, quizás porque está aburrido de ver casos en que la pareja del que queda lisiado se va.

En Melo tiene otro caso que lo motivó a hacer la férula: un chico de 14 años que se lesionó la columna jugando en la piscina con sus amigos. “Para ellos sería una felicidad verlo parado”, dice y recuerda que en esa ciudad recibió hace poco un diploma de la Teletón y le hicieron un homenaje.

Como necesita más tiempo y los compromisos no lo dejan tomar vacaciones, está enseñando a su hijo Pablo. Además, en estos días quiere cuidarse de que no lo difamen.

Hay gente del negocio que está hace muchos años y que tiene poder y que quiere sacarlo del medio. Él ha sido muy crítico de algunos sistemas de ortopedia pero ahora ya no quiere decir más. Quiere hacer lo suyo y estar tranquilo. No hay mejor prueba que el testimonio de la gente, que está feliz con su trabajo, dice. “La gente me abraza y llora. Y yo lloro junto. ¿Qué voy a hacer?”.

Después, cuando va a la casa, muchas veces invita a su mujer a compartir la misma reflexión: no se puede discutir por cualquier pavada. Es que a veces hay que tocar con la mano las dificultades para darse cuenta de las que son reales.

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